Francisco Franco se enroló en el ejército español cuando tenía apenas quince años. En 1926 se convirtió en el general más joven de Europa y, llevado de un sentido asombroso de su propia grandeza, fue reconocido como único jefe militar de la zona nacional durante la Guerra Civil española. Su ambición fue siempre mantenerse en el poder, lo que significó, en la práctica, ganar la guerra y sobrevivir a la caída de los regimenes fascistas de Hitler y Mussolini, y al aislamiento internacional que siguió a la derrota de éstos.
Pero detrás de su grandilocuencia militar y su diestro juego político había un hombvre inseguro y vengativo, atormentado por impulsos contradictorios. Soldado audaz en África y a veces brillante, se convirtió en un jefe militar indeciso y sdubitativo durante la Guerra Civil. Poseído de la ardiente convicción de que su destino estaba estrechamente ligado al de los reyes medievales de España y al mismo Dios, era de apariencia tímida, retraída y humilde. Implacablemente resuelto a aniquilar toda oposición política, negaba acaloradamente ser un dictador.