La traducción audiovisual (TAV) es una actividad casi tan antigua como el cine. Sin embargo, hubo que esperar varias décadas tras el nacimiento de éste para que el estudio académico de la TAV empezara a desarrollarse de manera significativa. Con contadas (aunque importantes) excepciones, se podría acordar que el estudio minucioso de la TAV como disciplina arrancó en la década de los noventa del pasado siglo. Es más, algunas modalidades audiovisuales (como las directamente relacionadas con la accesibilidad: el subtitulado para sordos y la audiodescripción para ciegos) no han visto cómo la comunidad académica ha empezado a prestarles atención hasta una vez entrado el siglo XXI. En definitiva, se podría decir que la actividad académica alrededor de la TAV (en cualquiera de sus modalidades) tiene un par de décadas de vida.