La moneda africana tradicional, como bien se aprecia en las más de doscientas piezas de esta colección, no responde a formas occidentales y por ello causa gran sorpresa; sin embargo, se trata realmente de objetos que han funcionado con los mismos fines que una moneda en cualquier parte del mundo. El interés estético y el refinamiento de sus formas convirtieron a estas monedas en objetos bellos y deseables que con el tiempo fueron perdiendo el uso inicial para el que fueron creadas.