Un ritual mágico, una espada que les atraviesa el corazón, vincula a cada uno de ellos con su pupilo (si no es el rey mismo, entonces aquel al que el rey designe), al que deben lealtad absoluta. Y el Espada más grande de todos era (y es) Sir Durendal.
Pero el sueño de toda una vida de proteger a su amado señor de enemigos, traidores y monstruos se ve hecho pedazos cuando Durendal queda vinculado hasta la muerte a un noble petimetre por orden del rey. Sin embargo, los planes del destino son extraños e inescrutables para el joven caballero, ya que una misión, un concurso y quizá un tesoro lo esperan en una tierra muy lejana.
"Elegante... irresistible... un comentario bellamente articulado sobre el honor y la traición... Los personajes de Duncan son maravillosamente creíbles, sus paisajes deliciosamente exóticos, su manejo de la espada vertiginoso".
Publishers Weekly (Starred Review)