La máquina es una presencia inevitable, una especie de aleph que enfrenta al personaje con el lado más profundo de su soledad. El tiempo, condenado a ser una forma más en un panorama al parecer irreal, se vuelve materia palpable. Las mutaciones del aparato son el origen de una profunda reflexión que empuja el relato a los bordes mismos de la ciencia ficción.