Daniel Link se ocupa en estos textos de una de las categorías menos exploradas por la crítica en torno a los movimientos estéticos del siglo XX: la imaginación. A través de recorridos por textos literarios, imágenes y películas, Link traza un mapa de imaginarios (o formas de la imaginación) e intenta definir las unidades de una fantasmagoría. Así, el adentro (la familia) y el exterior (la ciudad como intemperie), hombres, mujeres, infancia, niños y niñas son examinados como figuras fantasmáticas, dueñas de una potencia que es "pura potencia del ser (o del no ser), nunca un límite, siempre un umbral". Una audaz teoría de la imaginación que señala a su autor como uno de los pensadores más importantes de la ensayística latinoamericana.