También viene el diablo, y la emisora clandestina local hace comentarios tan jocosos como desvariados, mientras las noches de insomnio se alimentan de un extraño ruido que recuerda la amenaza de los bombarderos.
A esa ciudad fue Franco a despedir a la Legión Cóndor, a inaugurar una Central Eléctrica y a pescar la trucha más grande y mejor cebada, pero nadie podría contar el secreto de ese invierno que la sepulta sin que la conciencia de los habitantes encuentre sosiego.
Fantasmas del invierno es una novela que habla de nuestra posguerra como si lo hiciera de una leyenda oscura en la que se contraponen la inocencia y el remordimiento. Una novela metafórica, onírica, que remueve ese tiempo petrificado que ni la memoria ni el olvido pueden curar.
Una obra mayor de uno de nuestros grandes narradores actuales, que en ella alcanza la plenitud de la imaginación y la escritura.