Argumento de éxito en Educación
El autor entiende la educación como el quehacer de nuestras vidas, nuestro gran quehacer, el gran reto de vivir, que tenemos ante nosotros. La educación es la esperanza que nos queda.
A menudo se habla de lo contrario, de la desesperanza, de los fracasos. El ser humano necesita autocompadecerse para ser feliz ¿Será verdad?
El libro que hoy tienes en tus manos no se limita a maldecir la oscuridad, sino que quiere encender una luz en este complejo mundo de nuestra educación, de nuestro quehacer en la vida.
Si la educación consiste en aprender: a ser, a vivir, a convivir, a desarrollarnos como personas, es necesario poner en práctica todas las artes para conseguirlo.
No puede continuar siendo una mera transmisión de contenidos a alguien que no los tiene y, pensamos, que los necesita. El educando es un sujeto activo, no un recipiente vacío que hay que rellenar. ¿De qué? ¿Quién lo decide? El educando debe recuperar la palabra que le ha sido arrebatada.
Así, a veces la educación ha sido percibida como algo que no nos ayuda a desarrollar nuestras potencialidades, sino todo lo contrario, las ha dejado adormecidas de por vida. No es de extrañar que estemos desencantados y deseando que lleguen las vacaciones.
La educación está basada en el diálogo flexible entre todos los participantes, como seres abiertos al mundo, que tienen delante el horizonte de sus posibilidades.0