El descubrimiento y la traducción de un documento antiguo, escrito en latín bajo la forma de un «cuadrado mágico», desvela un mensaje llegado a Roma hace dos mil años: un testimonio preciso, dirigido al pueblo romano y a las generaciones venideras, que compuso y llevó personalmente a Roma el mismo Jesús. El documento, protegido por una estructura que ha garantizado su inviolabilidad, ha llegado a nuestros días sin haber sufrido manipulación alguna. Una clave secreta ha permitido descifrar finalmente esta composición, que durante siglos ha representado un enigma irresoluble para todos aquellos estudiosos que se han enfrentado al misterio de su contenido; esta labor ha permitido sacar de nuevo a la luz las palabras de Jesús.
Hay pruebas de un intento de manipular la extraordinaria composición de la que se habla en este libro. En el documento mismo se hace referencia a quienes se opusieron a la circulación de las ideas y principios que contiene.
Aparece en él un Jesús nuevo: un maestro que durante sus años juveniles, perdidos y olvidados por los Evangelios, visitó muchos países, llevando su luz tanto a tierras de Oriente, donde fue conocido con el nombre de Issa, como a Occidente, y así lo atestiguan las huellas de su paso por Britania e, incluso, por la misma Roma.
Los análisis y reflexiones del libro están respaldados por numerosos códices y documentos antiguos, por los evangelios apócrifos, por fuentes autorizadas de la Iglesia primitiva, además de por los llamados «evangelios tibetanos» que se conservan en la remota ciudad de Lhassa.
Hasta los días actuales, la fórmula Sator del «cuadrado mágico» conserva su aura de enigma y secreto. Muchas simpatías y rezos de la medicina popular son finalizadas con estas palabras, sea para "curar" enfermedades de humanos o de animales. Se creía hasta que esta fórmula fuera infalible en casos de incendio. La misma fórmula se encuentra en la llamada magia blanca de la Edad Media.