Si partimos de la base de que dicho modelo no se cuestiona, todo ello nos conduce a una necesaria reflexión sobre cómo actuar, tanto en la vertiente de los gastos como de los ingresos, para asegurar su futuro, en el contexto de la construcción de la Unión Europea, donde el margen de actuación de los gobiernos está condicionado ?como es lógico? por la armonización de las políticas económicas.
Víctor Hugo, que acuñó, hace casi ciento cincuenta años, el término de ?Estados Unidos de Europa?, dijo en cierta ocasión que ?el futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes, la oportunidad?. Con nuestro modelo de bienestar sucede lo algo parecido: su futuro también tiene muchos nombres. Para los temerosos significa ?incertidumbre?; para los escépticos, ?ajustes?; para los pesimistas ?quiebra?. Para los autores solo hay un nombre que le confiere pleno sentido, y ese nombre es el de Europa.