¡Ya está bien de sentirnos inferiores a los europeos! Tenía que ser Ramón de España el autor que mostrara cómo los españoles podemos ir con la cabeza bien alta por la Unión Europea de los doce (¿o tal vez de los quince, o de los veinticinco?), sin complejos, usando el método de Salvador Dalí, consistente en plantificar en la cabeza del oponente una caca de tamaño razonable. Pasando de las personas a las naciones, el ejemplo daliniano puede resultarnos de gran utilidad a los españoles, ya que es imposible encontrar en el mundo un pueblo con más complejos que el nuestro. A fin de cuentas, ¿de qué demonios están tan orgullosos los europeos? ¿En qué se basa un francés, un inglés o un alemán para contemplarnos y arquear fatalistamente una ceja mientras piensa que no tenemos arreglo? ¿Y ellos, acaso tienen ellos arreglo? Los franceses piensan que los alemanes son unos bestias, los alemanes consideran a los italianos unos cobardes, los italianos creen que todas las nórdicas son unas zorras, los nórdicos creen que los portugueses comen con las manos y los portugueses están convencidos de que los ingleses son unos seres fríos y sin sentimientos.
Como afirma Ramón de España: "Una vez leído el texto que antecede, mis simpáticos lectores ya pueden deambular por Europa con la cabeza bien alta y escupiendo a diestro y siniestro. Estas verdades tenían que decirse: era un trabajo sucio, pero alguien tenía que hacerlo. Lamentablemente, esta muestra de valor y sinceridad me va a impedir acercarme por los países de la CEE hasta que escampe la polvareda que va a levantar este contundente libelo. La verdad es que tampoco se me ha perdido nada en tan cochambrosos lugares."
Estos ataques a nuestros vecinos europeos no significan que Ramón de España piense que vivimos en el mejor de los países: "Habrá observado el lector que el único país de la CEE que no es vilipendiado en esta obra capital es el nuestro, España. Ello se debe a dos motivos:
1. Se trataba de insultar a los demás.
2. España merece un correctivo, pero éste debe serle aplicado en profundidad y con la extensión adecuada, que va más allá de las diez o quince páginas que cada país ocupa en el libro.
Ramón de España, el más ácido y divertido de los escritores vivos, es columnista de El Jueves y autor de libros como "La vida mata" también en Ediciones Irreverentes, "Nadie es inocente", "España, mon amour" o "La casa del dolor". Suyo es el ensayo humorístico "El odio, fuente de vida y motor del mundo".