En los albores de la II Guerra Mundial el acorazado alemán Almirante Graf Spee siembra el pánico en el Atlántico sur. Su velocidad, potencia de fuego y su habilidad para camuflarse como transporte aliado lo convierten en un corsario perfecto. En diciembre de 1939 la armada británica logra acorralarlo y tiene lugar la batalla del río de la Plata. El Graf Spee se enfrenta a tres navíos británicos y sale victorioso, pero debe atracar en el puerto de Montevideo para reparar sus daños. Tras días de movimientos diplomáticos hostiles y sabotaje de las reparaciones para retrasar su huida a mar abierto, el capitán Hans Langsdorff, rodeado por fuerzas enemigas muy superiores, se ve obligado a salir de puerto y hundir el acorazado en el estuario desembarcando antes junto a su tripulación. Días más tarde se suicida en la habitación de hotel en la que lo confinan. Cuatro décadas después, otro suicidio mucho menos llamativo, el de un tripulante de un barco pesquero, lleva a un periodista convertido en detective accidental a descubrir una inquietante relación entre estos dos hechos aparentemente inconexos.