Porque la vida continúa, hasta que deja de hacerlo...
Lane, un chico decidido a llegar lejos, siempre ha vivido pensando en el mañana... hasta que le diagnostican una enfermedad incurable. De un día para otro, es ingresado en Latham, un centro para adolescentes en cuarentena.
Allí se reencontrará con Sadie, una chica fascinante y atrevida que sigue ofendida por un desplante que él le dio años atrás (cuando Sadie era una chica más bien aburrida). Ella y sus excéntricos amigos enseñarán a Lane a saltarse las reglas y vivir el momento pero, ¿qué te queda cuando no tienes tiempo?
En Latham, Lane descubrirá el amor, las ganas de vivir, y puede que hasta el milagro de las segundas oportunidades.
Al final, todos somos estrellas fugaces.
Reseñas:
«Un libro lleno de momentos cercanos y de diálogos ágiles.»
The New York Times
«Estrafalaria, inteligente y divertida. Maravillosamente bien narrada.»
School Library Journal
«Inteligente, divertido, desgarrador, y tan cierto que duele. Un libro que nunca olvidarás.»
Lauren Barnholdt, autora de Two-way treet y Sometimes is happens
LANE
«Sadie encabezaba la marcha cargada con una cámara en bandolera que debía de costar un pico. Nick también estaba allí, con sus gafas de pasta brillando al sol. Detrás aparecieron el punk, que parecía el cantante de un grupo de rock con sus vaqueros de pitillo y sus botas Doc Martens, y una chica alta que se sacudía hojas secas de un vaporoso vestido de encaje, como si acabara de abandonar el escenario de una función escolar. Se dirigían a las residencias caminando a grandes zancadas, como si aquel lugar les perteneciera y, en aquel momento, así era.
»No se me había pasado por la cabeza que pudiera encontrarme con alguien conocido en Latham, que algún rostro fuera a sonarme allí, en las montañas de Santa Cruz, a cientos de kilómetros de casa. Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más horriblemente lógico me parecía.»
SADIE
«Yo nunca había tenido un grupo de amigos como aquel en el instituto. Jamás habríamos congeniado. Charlie habría sido un solitario incomprendido. Nick se dedicaría en cuerpo y alma a los juicios simulados como si fueran algo más que un pretencioso grupo de teatro. Marina se habría unido a los típico frikis que ven Doctor Who y llevan sombreros interesantes. Y yo... Bueno. Yo seguiría con las tres chicas que conocí en segundo, las mismas que se fijaban en chicos poco recomendables y que me consideraban esa amiga graciosilla con la que se disculpaban una y otra vez por haber salido en parejas sin ella.
»Sin emb