?¿Estás ahí? Pregunta formulada por un ciego después de una larga pausa durante una discusión con un amigo en el café de la esquina. Musitada también por un chorro a su cómplice en medio de la penumbra de un living ajeno. Pronunciada por el sacerdote, confundido por el silencio del pecador arrodillado en el antiguo confesionario de madera. En realidad, no es una pregunta, es un ruego, una súplica, no me dejes solo.? ?¿Estás ahí??, inquiere Quique Pesoa a Luis Mattini por vía telefónica en el programa radial El desconcierto del domingo. Lo que era una duda razonable sobre el incierto funcionamiento de la tecnología en estas latitudes se transformó con el tiempo en una suerte de salvoconducto para dar comienzo a la conversación. Al responder, Mattini propone cada vez una palabra diferente, que desmenuza con la intención de renovar su abordaje y cuestionar algunos axiomas y verdades aparentemente irrefutables. Pesoa, por su parte, se encargó de trasladar esas charlas al lenguaje escrito. El resultado es este libro de dos cabezas, fresco, distinto, inteligente, que despierta la reflexión en los lectores como ya lo hizo con los oyentes radiales en las desconcertantes mañanas de domingo.