Leer estos informes es sumamente instructivo, tanto des de el punto de vista histórico-político como antropológico. Espiando a Marx, junto a los agentes que se hacen pasar por «camaradas fraternos» hay funcionarios del Estado, y también periodistas a su servicio, incluso supuestos revolucionarios dispuestos a vender su alma a cambio de bagatelas. Es decir, más o menos como hoy.