La industria del pensamiento ha substituido la idea de esperanza por un término menos intrigante y más sencillo de manejar: el optimismo. Un optimismo que no solo aparece en la autoayuda y en la alta filosofía sino que es, para Eagleton, el nervio de la religión dominante en Europa: el cristianismo.
En un virtuoso ejercicio de erudición, seriedad y humor, se distingue la esperanza del ingenuo y ensimismado optimismo, de la jovialidad, del idealismo o de la adhesión a la doctrina del progreso.
Se propone, en cambio, un enfoque de la esperanza que requiere reflexión y compromiso, que surge de la lúdica racionalidad, que debe ser cultivado mediante la práctica y la autodisciplina, y que reconoce el fracaso y la derrota pero se niega a capitular ante estos.
El autor indaga en el concepto de esperanza tal como ha sido (a menudo erróneamente) conceptualizado durante más de seis milenios, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, de los estoicos a Zizek pasando por Santo Tomás de Aquino, Kierkegaard, Marx, Bloch y Benjamin.
Este libro es una brillante y comprometida crónica apasionada de la creencia humana y el deseo en un mundo cada vez más incierto.