¡Vale, vale!
¡No volveré a decir que no me gusta esta familia!
¡Tampoco diré que os odio! ¡Es sólo que a veces me gustaría que me dejarais tranquilo un rato!
¡Aquí todo está bien!
¡Todo menos yo, quizás! Vale, es mi problema.
Vale, de todos modos, los mayores nunca os equivocáis. Lo que pasa es que los pequeños somos unos desobedientes.
Vosotros no sois los únicos que tenéis preocupaciones, ¡yo también las tengo! Lo que pasa es que no os las cuento, y punto.
Por favor, ¡no estéis tan preocupados!, ¿de acuerdo?
Ya soy mayor, puedo cuidar de mí mismo. No voy a abandonaros, ¡pero también tengo cosas que hacer!
Tampoco soy un bicho raro, hay mucha gente así.
Bueno, ¡todos queremos escondernos en un rincón del mundo! De todos modos, diga lo que diga, ¡no me creeréis! ¡Chis!
En mi corazón vive una niña que siempre que tiene la sensación de que el mundo no funciona, se esconde en su rincón. En el rincón hay canciones que esperan a que ella las cante, acertijos que esperan a que ella los resuelva, recuerdos que esperan a que ella los evoque, sueños que, como la hojarasca, tiene que amontonar e ir examinando. Allí respira tranquila y camina despacio. El silencio entre notas da forma a la música, un silencio que transmite el mensaje de que existe un mundo nuevo y hermoso. En mi corazón vive un niña que siempre se esconde en el rincón, pero sólo por un rato. Es porque necesita un poco de tiempo para volver a encontrar su lugar en el mundo.