Érase un hombre cogido a una membrana no pretende ser descriptivo de sucesos, ni perspectiva de personas, ni siquiera invariable con la historia, de forma que, ajeno a los axiomas del espacio y tiempo en que el recuerdo cristaliza, el libro aspira a ser una interpretación sugerida desde los caudales sensibles de la memoria colectiva de un pueblo levantino: El Puerto de Sagunto. Original y diferente a todos los demás, poseedor de una historia apasionante, con unos personajes sorprendentes, y un presente inmerecido de tristes reflejos atenuados, que a la gente que lo amamos nos provoca una gran desesperanza.