En estas páginas, los obispos se emocionan, hacen confidencias y revelan algunas cuestiones que hasta ahora no habían desvelado, al tiempo que hablan con naturalidad y de una forma accesible de Dios, de creyentes y no creyentes, de Cristo, de la Iglesia, de los sacramentos, de vocaciones sacerdotales, de sus recuerdos de infancia, de familia y vida, de la historia de España, de las raíces cristianas de Europa, de la Guerra Civil, de la Transición, del Concilio Vaticano II, de la paz, del terrorismo, del laicismo, de la verdad y el relativismo o de la inmensa labor espiritual y social que lleva a cabo la Iglesia en favor de los más necesitados.
Un retrato coral ante el que merece la pena pararse sin prejuicios, con la benevolencia inicial sin la cual no hay comprensión posible, para poder descubrir, quizá, que los obispos no se limitan a pronunciar juicios y condenas, sino que ante todo son seres humanos, pastores de la Iglesia que anuncian con sencillez y alegría el Evangelio de Jesucristo.