Hace bastantes años, tuve la gran suerte de tener a mi lado a dos mujeres irrepetibles, mis dos abuelas. Mi abuela Juana y mi abuela Petronila, cuando la vida pone en tu camino, a dos ángeles de tal dimensión, forzosamente, algo en tu interior, brota, como si eso luz ya hubiera estado aquí antes. Una me amamantó la otra me cuidó, una me enseñaba sin hablar, la otra recitando y las dos, con todo el amor.