Ante el proceso degenerativo que afecta al territorio y muy especialmente al espacio público, la obra aborda asuntos situados en la periferia de la disciplina arquitectónica para evaluar cómo toman contacto los hechos constructivos y el territorio, experimentado este como forma visual, procurando afianzar la idea siguiente: el paisaje relativiza todo logro arquitectónico.
Se trata de una teoría crítica poco condescendiente con el pensamiento dominante, dirigida contra el fomento de la caducidad acelerada de las cosas y de las ideas, tan propio de nuestra cultura de consumo, así como contra el maltrato del espacio existencial. Como propuesta aparece una cultura de la conservación de lo valioso, en especial del paisaje como bien estético de carácter público.
Sin ser un manual sobre paisaje, suministra muchas aportaciones para ser utilizado como libro de consulta en aquellas materias ocupadas de la relación entre geografía, arquitectura y medio ambiente. Esta interdisciplinariedad hace la obra igualmente valiosa para arquitectos, urbanistas, paisajistas, técnicos y responsables del territorio, así como para todos aquellos interesados en reflexionar sobre una cuestión de crucial transcendencia en nuestro mundo.