Sentados en un banco frente al mar
Él contemplaba su rostro, domesticado por ella.
Ella atenta a su móvil le daba la otra mano, distraída.
Debajo de un paraguas, abrazados
Él se ofrecía en su sonrisa y robaba su mirada.
Ella toda le entregaba sus ojos. Hacía mucho rato que no llovía.