Los ensayos que componen este tratado ya clásico defienden que, incluso en el terreno de lo más espantoso e insalvable, ha de haber una razón suficiente para que, sabiendo Dios de antemano cuánto mal llenaría nuestro pequeño mundo, haya querido crear este infinito universo; y por tanto, si el hombre alza la mirada del espíritu a su conjunto, entiende que no cabía crear nada mejor.
El sistema de Leibniz, que lleva a culminación un modo peculiar, antiguo y prestigioso de pensar la realidad, invita a quienes no lo comparten y critican a proponer otro con al menos el mismo rigor y coherencia. En esta línea, la presente edición ha sido anotada con la idea de dar comienzo al diálogo que reclama el maravilloso ingenio de Leibniz y con el deseo de iniciar una vía diferente por la que buscar qué se deja entender y sentir de las elevaciones y desastres de nuestra naturaleza y del misterio divino.