Si al escribir Ricardo II, Shakespeare fue más allá de los avatares del juego político e indagó en la condición humana del rey y en el comportamiento de los hombres, en Enrique IV no sólo avanzó más aún por esta senda, sino que incorporó por primera vez un decisivo ingrediente de comedia al drama histórico. En pocas ocasiones planteó Shakespeare tan claramente la relación entre diversión y obligación, humanidad y autoridad, logrando una abundancia de contrastes y una riqueza de emociones que ya no volverían a aparecer en este género. La incorporación de este mundo cómico con escenas de taberna y vida popular se centra en la figura de Falstaff, una de las creaciones más extraordinarias del autor y uno de esos personajes de la literatura universal que se salen de la página. Las dos partes de Enrique IV pertenecen a la segunda tetralogía de dramas históricos ingleses de Shakespeare (que comienza con Ricardo II y concluye con Enrique V).
Traducción y edición de Ángel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción.