Un testimonio absolutamente único. Por primera vez un niño es exfiltrado del territorio del Estado Islámico, un lugar del cual nunca se vuelve.
Sophie Kasiki, una asistente social, conoce tres jóvenes musulmanes que la convencerán progresivamente de convertirse al Islam y de partir hacia Raqa con su hijo de cuatro años. Ya allí, en febrero de 2015, Sophie trabaja en un hospital donde se asiste a los yihadistas. Vive con su hijo en un confortable apartamento. La ciudad es bonita, cosmopolita. La gente viene de todos los países para servir al califato.
Pero las cosas se tuercen cuando es requerida para ir a la escuela coránica. Sophie se niega y recibe los primeros golpes. Pronto es secuestrada junto con su hijo, sin documentación ni teléfono.