Desde 2012, alrededor de 2000 occidentales han abandonado sus países para unirse al Estado Islámico. Muchas de sus familias han quedado rotas, víctimas de esa circunstancia pero vistas como culpables. En este libro conmovedor, Alexandra Gil se asoma a nueve casos: un padre, una hermana y siete madres de yihadistas abren en estas páginas las puertas de sus casas y las de sus historias.
Michèle y Françoise son hoy abuelas de varios «bebés del califato» a los que solo han visto en fotografías. Omar visita en prisión cada quince días a su hijo, un yihadista retornado del Frente Al Nosra. Samira recuerda palabra por palabra la carta de despedida que su hija escondió entre dos libros antes de huir a Siria, mientras Nathalie busca despejar todos sus interrogantes sobre la radicalización de su único hijo y su muerte en tierra iraquí...
Estas familias viven hoy una vida que no se parece en nada a la que tuvieron años atrás: teléfonos pinchados, interminables interrogatorios, la mirada acusadora del prójimo y sobre todo un miedo irrefrenable a encender la televisión después de un atentado y reconocer al culpable...