La autobiografía de esa experiencia vital de Michèle Drouart es una exploración sensible de las similitudes y las diferencias culturales realizada desde la perspectiva de la civilización árabe y musulmana y totalmente opuesta a la que suele ofrecer la literatura occidental más conocida sobre el tema.
Es también un libro conmovedor y sensible que trata sobre la familia, la expatriación y la afiliación, sobre el recuerdo y sobre las complejidades de las relaciones humanas.
A pesar de la dureza de la vida en el Uadi, donde faltaban algunas de las comodidades habituales de la vida urbana diaria, Michèle se sintió acogida desde el principio por una comunidad, por unas protectoras tradiciones.