Argumento de Embriaguez
Ante el anuncio de un discurso sobre la embriaguez, podemos esperar ver surgir o bien un análisis paciente de las características propias de ese estado y sus significaciones (el entusiasmo, lo dionisíaco, la fiesta, etc.), o bien una exaltación fogosa del exceso, el extravío, el arrebato. Un discurso sobrio o un discurso ebrio, es eso lo que se aguarda, con temor o esperanza. Un movimiento hacia la sobriedad o hacia la embriaguez. No estamos lejos de pensar: razón o pasión, filosofía o poesía. Sin embargo, es la filosofía la que dice que ?lo verdadero es el delirio báquico en el que no hay un solo miembro que no esté ebrio?; e igualmente, agrega Hegel, lo verdadero es ?la quietud simple y transparente?. Pero dicha quietud es tal por efecto de la embriaguez, ya que ?precisa el texto? ?distinguiéndose de los otros, cada uno de los miembros también se disuelve de manera inmediata?. (Como Hegel, Schelling festeja también la bacanal de la verdad, y Hölderlin su aorgía. Es un gran recuerdo común a los tres amigos del Stift, su mutuo bautismo en una nueva era. Se los oye inventar himnos en el cabaret). Queda abolida toda distinción, toda separación, como el encaje mallarmeano, ?en la duda del juego supremo?. La duda suspendida entre la distinción y la disolución, entre las figuras claras y el tumulto, la confusión, el magma ?¿es realidad o sueño, locura o sensatez?? podría ser un buen método: el genio maligno sería el alcohol, pero por más que me engañe no puede negar que soy, yo, que bebo o creo beber, y cualquiera sea el licor del que se trate. Ego sum, ego existo ebrius.0