Siguiendo preceptos de la filosofía natural, María Luisa Balda modela los principios fundamentales de la constitución de los cuerpos en registros poéticos formados por piezas independientes, pero idénticas en su estructura formal, donde el tiempo aparece como un nexo de unión entre ellos.
Bajo esta estructura fluye un relato personal: un proceso vital que habla de los actos y las sensaciones que arrastran al amor en pareja a su fin, hasta que se diluye en la soledad. Pero esta narración implica una complicidad porque la poesía asume una mirada concreta, última, con la comprensión de nuestros actos