Primera parte de esta pieza, estrenada en 1840, con la que Zorrilla consiguió gran éxito y prestigio. El rey Pedro de Castilla vence una conjuración a favor de Enrique, desprecia la excomunión del Papa y condena a Juan de Colmenares, cabecilla de los rebeldes, por asesinar al padre del zapatero Blas. La figura del rey, engrandecida por su virilidad, rompía con la tradición negativa que lo rodeaba.