Encuadernación: Rústica
La costumbre de compartir el vino fue en Grecia y Roma impronta de civilización y sello de la amistad. De Homero a Hesíodo, de la lírica griega arcaica a la comedia romana de costumbres, de las odas de Horacio a las sentencias de Séneca, del Simposio de Platón a los tratados enológicos de Plinio o de Virgilio, todos los poetas grecolatinos cantaron al vino, y la mayor parte de los sabios del mundo greco-romano hablaron tanto de sus propiedades benéficas como de los efectos perniciosos de un consumo excesivo.
Nada sucede en las riberas del Mediterráneo sin que el vino, de una u otra forma, esté presente. No en vano, llamó Homero El vinoso Ponto al mar que baña las costas de los griegos, y que surcaron las naves aqueas y fenicias.