El tesón será su rasgo más importante. En la lucha por la vida, la consecución de un fin: salir de la pobreza y lograr su propio taller de restauración de libros antiguos y encuadernación. En esa búsqueda de un ideal, satisfará sus ideales morales y materiales. Inmerso en una sociedad quebrada, siente la necesidad de participar en la reconstrucción de ese mundo que le rodea y que ve desmoronarse posteriormente a sus pies. Cree firmemente en el ideario del recién estrenado partido político del pueblo y para el pueblo y se une a ellos. El desprecio ante la vida que le ha tocado vivir, hacen que el instinto por la lucha se acreciente, a pesar de que los acontecimientos van trabando su esfuerzo haciéndose cada vez más difícil. La Impronta que hará surgir el cambio será la rebeldía. En la primera etapa podría decirse que la vida no le trató con benevolencia. Más tarde, los años le fueron curtiendo y su carácter se endureció haciéndole más adusto y reservado. Nadie llamó a su puerta ofreciéndole un amor apasionado y el azar se las compuso para no satisfacerle. Quizás aquella sombra translúcida en un balcón de la calle Arrieta, lo cerró para siempre a cualquier otra oportunidad. Afrontará su destino como única alternativa, consciente de que solo podría contemplar el lado más oscuro. La cobardía propiciará el nacimiento de su renuncia. La deserción, el abandono, el desistimiento serán, hasta el final de su vida. Sus mejores compañeros de viaje. Gustaba de momentos de soledad y, apasionado por la lectura, sus máximos representantes fueron la Generación del 98. Leía asiduamente la publicaciones en prensa y le atraían los sucesos políticos. Aunque la cobardía le atenazó para defender su credo, su emblema fue la lucha por un ideal de perfección, la regeneración del alma, de las cosas, del mundo, de la vida.