«Traducir, o mejor dicho, intentar recrear la voz de otro poeta, eligiendo los poemas suyos que sentía más cercanos, era y realmente así ha sido un ejercicio tan difícil como estimulante», afirma Panero. Con ese criterio de cercanía ha seleccionado los poemas, que hablan de la lucidez desesperada con que mira el mundo quien debe darlo todo por perdido; de la soledad de aquel que sólo espera una lenta agonía y cuya «única esperanza está allí, / en el fondo de la copa que aguarda»; y de la oscuridad a la que abocan los impulsos autodestructivos, una oscuridad semejante a la que rodea al volcán Popocatépetl antes de que estalle un trueno repentino y largamente temido.