Esta obra es un divertimento, una narración breve donde el creador nos da muestras de su genio. Alexandro Moya es sólo un pseudónimo, un nombre inventado para esconder al verdadero autor, Juan fernández de Rojas, quien fuera el famoso Liseno de la Escuela poética de Salamanca, en la cual militaran también el insigne José de Cadalso o Fray Diego Tadeo González. Esta obra, decíamos, es una sátira, una parodia de las obras que tanto se publicaron al declinar del siglo XVIII, esas enciclopedias donde se contenían los más variados saberes y que se escribían con un tono elevado, afectado, cuasi ininteligible para el común de los mortales. La obra ironiza sobre personajes de la talla de Locke o de Voltaire y hace de Madrid todo un personaje al que se denomina Crotalópolis. La obra está dirigida a Francisco Agustín Florencio, otro de sus pseudónimos bajo el que publicó otra obra del mismo calado titulada Crotalogía o Ciencia de las Castañuelas.