El Emperador era el artista más famoso de la historia de la música. El único, el mejor, el más grande. Desde su aparición, y en solo cinco años, había logrado 20 números uno consecutivos. Uno cada tres meses. Sus cinco álbumes habían sido igualmente número uno las 52 semanas de cada año, desbancándose a sí mismo con la aparición del siguiente. Todo el mundo se rendía a sus pies. Joven, guapo, irresistible. Sus fans se contaban por millones en los cinco continentes.