Ureña es una ciudad conformista, silenciosa y tranquila. Sin embargo, bajo una capa de aparente calma, todo lo que ocurre en ella está diseñado y orquestado por los poderosos. Los puestos de trabajo y los favores se reparten a dedo. Las pugnas por controlar la economía y acallar a la población son constantes. Tan solo unos pocos se atreven a luchar contra los amaños ideados por las personas influyentes que solo piensan en saciar sus egos y que convierten en víctimas tanto a ciudadanos inocentes como a aquellos que reclaman su ayuda.