Este aparente oxímoron esconde una verdad refulgente. Como casi todas las verdades, es compleja, paradójica y, por obvia, invisible. Alessandro Spoladore sí la ve, y nos la muestra convirtiéndola en palabras de una inusual belleza que murmuran en nuestro oído lo inmutable, lo eterno. «La fragancia armoniosa que llena el Universo» de Spoladore nos transporta a «la noche sosegada, (?) la música callada, la soledad sonora» de San Juan de la Cruz. Es también «la rueda a su vez movida, el amor que mueve el Sol y las demás estrellas» del inigualable Dante. Como muy bien intuye Alessandro, no todos ven, no todos oyen, por eso la voz del silencio permanece ignota para quien no tiene el ánimo dispuesto a escucharla; a pesar de que lleve sonando, en asombrosa y cálida armonía, toda la eternidad. Del prólogo de Raquel Lanseros