«El sueño de la razón produce monstruos», escribió Goya al pie de uno de sus Caprichos . En esta obra El sueño de la razón , que su autor califica de «fantasía» y con la que da un paso decisivo hacia el «teatro total», se alza un nuevo
retablo histórico con el gran pintor aragonés como protagonista. Se sitúa la acción en el momento en que es ya un hombre debilitado ante los excesos del poder político de Fernando VII. Había creído él en la «divina razón» y había soñado en una Ilustración que cambiara el país. El espectador de 1970 no necesitaba esforzarse para ver reflejada la situación de España en ese momento. Pero esto convierte a El sueño de la razón en una obra de circunstancias, porque la lección simbólica va más allá, apunta a los conflictos permanentes del ser humano y confiere al drama un valor universal de pensamiento y arte.