«"¿Son los sueños nuestro lazo de unión con el mundo espiritual? -había escrito en su diario lady Emily, la madre de Joanna-. ¿Traen consigo mensajes o advertencias, o respuestas a los misterios?"»
Las pesadillas y fantasías habían sido la única compañía de Joanna durante la travesía. Una vez en Australia, pensó en la misteriosa mujer que había aparecido en los sueños de su madre, en las pesadillas y en su significado. Debía proseguir la búsqueda de aquella tierra, Karra Karra, cuyo nombre evocaba una antigua forma de vida, antes de la llegada del hombre blanco.
A la suave luz del atardecer, Joanna trató de imaginar las líneas invisibles por donde habían caminado los antiguos, sus cantos, creando y recreando el mundo. Sin embargo, Joanna estaba asustada. A su alrededor percibía la existencia de fuerzas extrañas e incontrolables.