Colección: Narrativas
Tarzán, al menos el que mostró el cine norteamericano e inmortalizó Johnny Weismuller, se lanzaba de liana en liana para trasladarse de una rama a otra, para avanzar de árbol en árbol en la selva que él conocía tan bien. pero observando detenidamente la forma en que se desenvolvía de liana en liana, jamas se quedo sin apoyo en el aire, ni siquiera un segundo, suelto.
Tarzán emite su grito característico, se balance en una liana, se lanza aferrado a ella y se agarra a la siguiente sin soltarse ni una décima, ni una milésima de segundo, de la primera. Es un salto seguro.
Alfonso Blasco siempre hizo lo mismo que Tarzán a la hora de saltar adelante, de dar un paso al frente en su carrera o en su trabajo: dar un salto seguro, pasar de una liana a otra sin soltarse de la primera hasta haberse agarrado a la segunda. La única diferencia es que Alfonso no emite ningún grito. Por el contrario, procura no darse a significar y hace su elaborado ejercicio en el mayor de los silencios.