A lo largo de los an?os setenta, sin embargo, al tiempo que se hundi?a el poder sovie?tico y que el comunismo dejaba de ser una amenaza interna, esa trayectoria cambio? para dar paso a la reconquista del poder por las clases dominantes y a una fase de retroceso social que nos ha llevado al triunfo actual de la desigualdad. El siglo no ha sido, pues, un «siglo revolucionario», puesto que las propuestas de 1917 acabaron derrotadas, pero ha sido «el siglo de la revolucio?n», en la medida en que estas propuestas, en su doble papel de esperanzas para unos y de amenazas para otros, han marcado toda su historia.