Año del Señor de 1283. En la Encomienda templaria del Masdéu, en el Rosselló, tiene lugar un macabro hallazgo: tres cadáveres, maniatados surgen de la tierra en un vertedero próximo a la casa de la orden.
Nadie conoce su identidad ni de dónde proceden. En el Pirineo, Guillem de Montclar, que vigila los movimientos de los espías franceses que se preparan para la guerra, recibe un mensaje urgente de su buen amigo Jacques el Bretón. Los tres cuerpos desenterrados esperan su llegada en silencio, acaso convencidos de recuperar su identidad y volver a la vida.
La sombra de su maestro, Bernard Guils, se difumina entre la penumbra del recuerdo y so- brevuela la tierra de sus antepasados con la fuerza de una leyenda. Todavía resuenan sus pasos en el sendero del misterio y proyecta su invisible presencia marcando cada movimiento de la investigación llevada a cabo por Guillem de Montclar.