Me ha animado a realizar este trabajo mi fe sincera en el diálogo fe y cultura. Urge dar importancia a la inteligencia de la fe para la vida de los creyentes
La nueva evangelización implica un poner al día la teología con un lenguaje comprensible para el hombre de hoy. Se trata de proponer de nuevo, y de manera siempre nueva, a todos, nuestra fe. Así nos lo indica el papa Benedicto XVI, en la Carta Apostólica Porta Fidei (La puerta de la fe). La primera parte del libro es un estudio amplio de la fe desde los presupuestos de la Teología Fundamental. Es una fe que crece en comprensión para procurar entenderlo que creo. La tarea de la teología es procurar entender aquello que se cree. Tratándose de los misterios de Dios, la fe se hace absolutamente previa y necesaria para llegar a una mínima comprensión de la revelación. La labor del teólogo, siguiendo a San Agustín, se realiza con la ayuda de tres medios: la oración, la afanosa búsqueda y la santidad de vida.
La segunda parte del libro se dedica a la espiritualidad y vendría a ser, de alguna manera, la consecuencia práctica de la Teología Fundamental antes expuesta. Es una espiritualidad que se puede calificar de encarnacionista, cuyo modelo de teología es la propuesta por el P. Teilhard de Chardin. En virtud de la encarnación, la omnipresencia divina se transforma para nosotros en omnipresencia de cristificación. El hombre, en sus esfuerzos por unirse a Dios, ha intentado dos vías: o la vía de la evasión al más allá o la vía de la fusión monística con las cosas, en el más acá. Se trata de romper estas dos vías para que un cristiano fiel a la tierra y amando la tierra se encuentre con Cristo. El cristianismo será presentado como promotor del progreso legítimo del hombre, encontrando el cristiano en Cristo el impulso y la obligación para hacer progresar el mundo.
Esta espiritualidad de la transmisión de la fe y la nueva evangelización que es necesario realizar, supone la entrega de la vida. Solo desde aquí esta transmisión puede ser eficaz para el mundo de hoy.