Del Nueva Orleans actual al Nápoles del siglo XIX, pasando por la antigua Atenas o Pompeya, la intensa trayectoria vital del vampiro Quinn reúne en un mismo volumen las «Crónicas Vampíricas» y la serie de «Las Brujas de Mayfair» para revelar otros episodios de la historia de los vampiros.
Quinn Blackwood, un rico y excéntrico joven convertido en vampiro, pide la ayuda de Lestat para librarse del celoso control a que le somete Goblin, su doppelgänger. Desde que Quinn entró en el reino de los muertos, Goblin, otrora su sombra fiel, se ha convertido en una amenaza para los seres cercanos al atractivo gentleman.
Lestat, intrigado, le pide a Quinn que narre la historia de su vida. Este recuerda su infancia en el seno de una familia muy peculiar y describe sus días en Blackwood Farm, la mansión de altas columnas y extensos jardines rodeada de zonas pantanosas en la que creció y ahora reside. A pesar de su amor por Mona Mayfair, una bella bruja con la que mantiene una apasionada relación, Quinn posee una agitada vida amorosa que, junto a su imperioso deseo de beber sangre, le ha llevado a recorrer el mundo y conocer distintas épocas de la historia.
«He leído tus "Crónicas Vampíricas" de cabo a rabo. Me las regaló mi creador, un antiguo buscador de sangre que, según su versión de los hechos, me concedió asimismo una fuerza extraordinaria. En tus relatos, te refieres a los orígenes de los vampiros, citando a una antigua bebedora de sangre egipcia que relató la historia a Marius, el sabio, el cual siglos atrás te lo transmitió a ti. Ignoro si tú y Marius os inventasteis algunas de las historias que relatas en tus libros. Es posible que tú y tus camaradas, la secta de eruditos, como os denomináis ahora, tengáis por costumbre contar mentiras. Pero no lo creo. Yo mismo soy prueba de que los bebedores de sangre existen -ya se llamen bebedores de sangre, vampiros, hijosde la noche o hijos del milenio-, y la forma en que me convertí en uno de ellos confirma lo que describes en tus crónicas.»
He leído tus Crónicas Vampíricas de cabo a rabo. Me las regaló mi creador, un antiguo buscador de sangre que, según su versión de los hechos, me concedió asimismo una fuerza extraordinaria.'