Juan Pablo II lo elevó a los altares en 2002, ante la mayor asistencia jamás registrada en una canonización. Y desde entonces su nombre, que ya era venerado masivamente en Italia, se ha extendido por toda la tierra.
José María Zavala, con ocasión del 50º aniversario de su muerte, escribe su libro más personal sobre un personaje que dará aún mucho que hablar.