Argumento de El Ruiseñor y las Rosas
Cuando fijo en ti mi pensamiento,
veo la encendida luz de tu mirada,
cual torbellino, veloz se me eriza
toda la sensible piel de mi cuerpo.
Dejándome inerte y desarmado,
subiéndome toda la sangre, al
pecho, ante las armas que tú
despliegas, cuando fijas, el
objetivo de tu mirada.
Convirtiendo en gotas a merced del
viento, a las ilusas personas que
caen, en tu trampa dejándolas cautivas
quedando en tus redes atrapadas.
Más solo pensar en gozarte y tenerte,
hace que mi sangre, cual torrente,
salga de mi corazón a borbotones,
logrando no me importe correr riesgos
y me baño.
En los placeres de sentir, junto al
mío tu hermoso cuerpo, fundiéndonos
los dos al calor de tus besos y
derritiéndonos, de amor sublime, con
con el sabor de esos besos.
El Ruiseñor.1