Isabel Arriaga es una mujer de mediana edad , psicóloga, que hace tiempo que se separó de su marido, Luis, aunque ambos mantienen una relación cordial. Pero ninguno de los dos sabe cómo encauzar a Gonzalo, su hijo adolescente, que parece tenerlos dominados y que solo muestra interés por su amigo rumano, Elvis, y por una boa imperator que tiene como mascota. Isabel comparte un carísimo despacho en el barrio de Salamanca de Madrid con su buena amiga Aurora, que también es psicóloga. En él trata fundamentalmente a mujeres de clase alta, mujeres que no parecen sufrir más patología que la desilusión propia de una vida sin alicientes. La misma Isabel lleva una rutina muy parecida a la de estas mujeres. Un día aparece en su consulta un paciente nuevo. Dice llamarse Ricardo Campmas. Confiesa que ha matado a un hombre y que no siente el menor remordimiento por ello. Isabel acepta tratarlo como un reto para salir de su monotonía: un caso peligroso que la obligue a investigar y la ayude a olvidar sus problemas. Así, navegando por internet, da con un experto en psicopatías llamado Adrián Siles, a quien trata de localizar para pedirle orientación. La resolución de la terapia de Ricardo conllevará un giro de timón definitivo a la relación de Isabel con su familia y, por ende, con ella misma.