Cuando una familia recoge a un autoestopista en medio de la peor ventisca de la historia, piensa que le está haciendo un favor. Pero se comporta de un modo amenazante e inquietante, y además les pide algo que no pueden darle: un momento de su tiempo. Le obligan a bajarse del coche, aunque ninguno de ellos cree realmente que esa será la última vez que lo vean. Están en lo cierto. Brand, que podría ser humano o no, le enseña a la familia que lo malo en ocasiones proporciona placer, y que a la buena gente a veces también le ocurren desgracias. Se infiltra en sus relaciones, los obsesiona, y poco a poco llegan a descubrir algunas dolorosas verdades: el amor te ciega, el miedo te controla y el odio te confunde.