A través de una prosa bella e intimista y un lenguaje minucioso, Julio Llamazares nos muestra la fascinación, la nostalgia y el cariño que le provoca un paisaje que «guarda memoria en sus piedras del paso feroz del tiempo» y nos revela ese mundo rural, ese territorio que forma parte de nuestra historia y nuestra memoria.
El río del olvido es, además, un magnífico relato sobre la experiencia del viaje: el recuerdo del camino y la mirada del que llega y la de «los otros».