Cuando el cadáver del dueño del vertedero químico de San Francisco, un importante miembro de la comunidad armenia, aparece colgado en su propia empresa, todo parece indicar que los culpables son los trabajadores chicanos que han quedado estériles por los efluvios tóxicos de la planta de residuos. Sin embargo, Hamilton no se fía de las apariencias y decide investigar por su cuenta, adentrándose en un peligroso caso que hunde sus raíces en la historia de un país arrasado, enfermo de violencia y sed de venganza.